Padre Tomás Del Valle-Reyes

Julio, Mes De La Libertad




Padre Tomás Del Valle-Reyes

9 de Julio, 2006



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Dicen que los navegantes de los transbordadores espaciales, cuando contemplan la tierra desde el espacio, durante la primera semana miran sólo su propio país; durante la segunda semana, se identifican con su continente, y que al partir de la tercera semana, sienten que pertenecen a un único planeta. Tal vez en ellos se dé en forma condensada el proceso de la Humanidad: desde el instinto tribal, cuyo sentimiento de pertenencia a un grupo suele ser excluyente de los demás, hacia una progresiva ampliación del horizonte de fraternidad mundial y globalización.

Esta reflexión viene a cuento en este mes de julio en que varios de nuestros países celebran su independencia. Estados Unidos, Venezuela, Perú y Colombia son algunos de ellos.. Durante gran parte de su joven historia estos países han vivido un poco como los astronautas su primera semana. Han estado encerrados tan en sí mismo que apenas han notado que existían otros pueblos, otras naciones, otras realidades, otras culturas, otras creencias.

La historia reciente nos lleva a pensar que están concluyendo la segunda semana de su historia. El preocuparse de los demás miembros del continente, (para bien o para mal, eso es ya otra historia) con sus intervencionismos, sus políticas de “América para los americanos” sus compras y ventas de deuda externa, podrían darnos esa impresión. Quizás estemos siendo testigos del nacimiento de una conciencia universal y globalizada.

Los valores sobre los que se construyeron estas repúblicas deberían ayudar a cumplir esta misión. Pero cabe preguntarse cuáles fueron dichos valores?. Tomemos como ejemplo los Estados Unidos, nación que nace como una necesidad grande de espacios para la libertad. Libertad sobre todo para rezar, para expresar las creencias sin prohibiciones o mandatos de índole alguna. Aquel barco de peregrinos venía buscando un lugar nuevo, un cielo nuevo y una tierra nueva. Y lo encontraron. Y pusieron a Dios como base de sus vidas. Y el Decálogo como norma legal. Y la Biblia como libro de referencia. Y con estos elementos comenzaron una aventura, la construcción de un mundo nuevo. Dios tuvo cabida en la Constitución, en las Cortes, en el Congreso, en los templos, hasta en los billetes de dólar. Desgraciadamente no tuvo sitio en las Escuelas, donde no se puede rezar. Llegamos a esquizofrenias como protestar por abortos pero aplaudimos la pena de muerte y la guerra preventiva. Nos llenamos la boca con la palabra libertad, pero no hay reparos en invadir otros pueblos que piensan distinto de nosotros.

En las nuevas repúblicas se necesitaba una diosa. Libertad fue su nombre. Y se sustituyó el Dios de la Biblia, el de los peregrinos, por la diosa Libertad. En nombre de la libertad de expresión, de creencia, de disponer del propio cuerpo, de la propia mente, del propio actuar, infinidad de veces hemos atentado contra la auténtica libertad, aquella que nace del respeto mutuo. En nombre de la libertad se ha pretendido imponer nuevos modelos de sociedad, de estilos de vida. Para ello no ha habido reparo en invadir países, inventar excusas.

Creo que estamos comenzando la tercera semana de historia, aquella que lleve a ampliar los horizontes a niveles de fraternidad mundial basada en los valores de la libertad auténtica, el respeto a Dios, al ser humano como imagen divina, al medio ambiente como lugar de encuentro.