Padre Tomás Del Valle-Reyes

UNA SOCIEDAD ENFERMA




Padre Tomás Del Valle-Reyes

16 de Enero, 2011

En estos momentos todos sabemos de la tragedia acaecida en Tucson el sábado 8 de enero.

Un joven se plantó en medio de un pequeño mitin y, sin mediar palabras, empezó a tiros de forma indiscriminada. Son varios los muertos. Los heridos lo somos los 308 millones de habitantes de Estados Unidos.

La sociedad norteamericana siempre se ha distinguido por ser acogedora, mezcla de todas las culturas y razas del planeta. Donde se hablan más de trescientas sesenta y cinco lenguas y donde se rinde culto a Dios en millares de religiones.

Siempre sus fronteras han estado abiertas para todo luchador por la libertad y los derechos humanos. La sangre de nuestros jóvenes ha empapado los campos europeos las junglas vietnamitas y las arenas del desierto luchando por la libertad de otros seres humanos con los cuales tan solo se tenía en común la lucha por construir un mundo libre y digno.

De repente, nos hemos vuelto intransigentes. No aceptamos que alguien hable en otro idioma que no sea inglés. No queremos a nadie que rece distinto de como yo lo hago. No aceptamos a nadie que se vista de otra forma que no sea la mía. No aceptamos al que no sea blanco, rubio y con los ojos azules.

No nos gustan comidas que no estén saturadas de grasas y colesterol. No bebemos sino refrescos que contaminan nuestras tripas y embrutecen nuestros cerebros. No somos capaces de leer un libro de más de 4 páginas o un periódico escrito para lectores cuyo grado de lectura no sobrepasa el 6to grado de escuela elemental. Nuestra conversación habitual la hacemos con los dedos: tecleamos en cuanto instrumento electrónico se ha inventado: teléfonos, computadoras, consolas.

Hemos inventado una nueva forma de hablar: texteamos, chateamos, nos comunicamos en línea. Lo digitalizamos todo, lo descargamos por el mail. La plaza pública de nuestra sociedad lo son las páginas sociales donde vomitamos todos nuestros odios y nuestras fobias. Y a todo aquel que no aceptamos le ponemos la misma etiqueta: es un terrorista. Es como una palabra mágica para definir lo que no queremos.

Cuando nos encontramos con hechos como los del 8 de enero nos preguntamos cínicamente el por qué. Enseguida buscamos el perfil psicológico del pistolero. Y el mejor sitio para encontrarlo es en sus páginas sociales. Por supuesto echamos la culpa a la facilidad de obtención de armas de fuego (el 40% de la población americana posee alguna)

Los Padres Fundadores de esta República siempre tuvieron muy claro que luchaban por crear un país donde se respetasen las creencias, se viviera libre y se construyera la paz. Había cabida para toda creencia. Y siempre, tanto ellos como los presidentes que han dirigido los destinos de la República, han recalcado dicha responsabilidad colectiva. Son famosas las palabras de JFK en el discurso inaugural de su

Presidencia: “Ciudadano, no le preguntes al país qué puede hacer por ti. Pregúntate qué puedes hacer tú por el país” Contrastan con las de la ex candidata republicana a la vicepresidencia en las elecciones de 2008, quien acaba de afirmar: “Los actos monstruosos de criminalidad se valen por sí mismos. Ellos empiezan y acaban con los criminales que los cometen... La responsabilidad no es colectiva por parte de todos los ciudadanos de un estado, de aquellos que escuchan tertulias radiofónicas, o de los mapas de los distritos cambiantes que utilizan los dos bandos"

Cuando hemos permitido que la sociedad haya perdido sus valores y metas originales, todos tenemos las manos manchadas, todos somos responsables. Nuestra sociedad está enferma.

Tertuliasiglo21@aol.com