Pensamiento Teológico



Iglesias del Historico Cristo, Lancaster County, Virginia

Nueva Teología
en el Siglo XX


Ha sido extraordinariamente influida por el filósofo Althusser, quien en su reinterpretación de Marx, establece que el totalitarismo no es una condición sine qua non del marxismo, y que lo verdaderamente relevante es la transformación social y la lucha contra las injusticias. A partir de aquí la nueva pléyade de teólogos planteará que se puede ser marxista y sostener la idea de Dios. Ahora bien, debido al desprestigio del marxismo, en sus aplicaciones históricas, dejará de ser utilizado como término en la teología. Incluso sus derivaciones como la teología de la liberación dejarán de ser usadas en el lenguaje pastoral.

Pero subsistirá el núcleo básico que es la anulación de la esperanza. Se mantienen las tesis de Marx en el sentido de que toda apelación a un más allá es alienante, y que toda la atención debe ser encaminada a este mundo. Ello lleva implícito la relectura de las otras dos grandes virtudes: Fe y Caridad, en clave temporal de redención humana.

Al mantenerse términos convencionales como Cristo, Iglesia, Biblia, Fe, se percibe la sensación de una permanencia en el depósito clásico teológico, pero las audiencias no informadas no comprenden la falta de la Esperanza, o mejor dicho, traducida como esperanza intramundana en un mundo mejor, se viene abajo toda la estructura de la fe, la esperanza y la caridad.

Pero entre Althusser y la nueva teología, que domina una parte ya enorme de los escenarios pastorales y jerárquicos, se encuentra la teología de Bloch, precisamente dedicada al principio esperanza y que paradójicamente al tiempo que la trata, la confina al espacio intramundano, y por tanto la anula, en una aporía formidable.

Dado que la vida humana termina con la muerte, la anulación del saber y la práctica sobre el más allá, característico de la sabiduría y praxis católica, impone una pérdida del horizonte espiritual, que tiene consecuencias nefastas sobre la calidad incluso psicológica de la existencia, así como de los valores humanos, y una depresión formidable en la vida espiritual de las personas.

Contra este orden argumental, la nueva teología y sus derivas pastorales oponen simplemente calificativos simples demonizadores, como tradicionalismo, integrismo, y se apoya en anécdotas de abusos históricos en la predicación, elevándolas a categorías globales, para justificar la moderna amputación de la esperanza.