Reflexiones





John Anthony Puller, “The Gossipers” (Las Chismosas), c.1868

PONTE EN SU LUGAR


El principal mandamiento de la Ley de Dios dice: "Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo". Si quieres cumplir con este mandamiento, antes de cualquier cosa que hagas con los demás, simplemente, ponte en su lugar...

Cuando quieras decirle algo, antes de hablar, ponte en su lugar. Y si quieres criticar u opinar del otro, no lo hagas sin antes pensar lo que podrías experimentar estando en su lugar.

Si en algún momento quieres hacer un regalo, piensa, qué te gustaría recibir. Y si se cambian los papeles y el obsequio es para ti, antes de juzgar el valor de lo que te dan, ponte en el lugar de quien te lo quiso regalar.

Muchas veces actuamos sin pensar lo que sentirían los demás... decimos cosas que pueden doler, hacemos otras que tal vez logran ofender o destruir; y eso sucede porque lo hacemos sin antes ponernos en el lugar del otro.

Si vas a llamar la atención, si alguien te solicita que lo escuches un instante, si te piden un consejo, si vas a dar de otra persona una opinión, si quieres alejarte o aislar a otro, si vas a traicionar la confianza que te supieron dar, si decides no perdonar el error o pagar con mal al que te hizo llorar; antes de cualquier cosa, ponte en su lugar, así a nadie vas herir y tendrá más valor y efecto lo que das.

En medio de una discusión, cuando sientas necesidad de reclamar o reprochar, antes de hablar o actuar, ponte en su lugar. Se evitaría mucho dolor, propio y de los demás, si antes de cualquier cosa que tengamos que decir o hacer, intentemos ponernos en el lugar de los demás, no te justifiques diciendo: "nadie se pone en mi lugar".

Todos cometemos errores, igual todos tenemos fortalezas y limitaciones; y aunque somos diferentes a los demás; poseemos algo que ante los ojos de Dios nos hace idénticos de verdad, y es que Él mismo al crearnos, nos dio un corazón que siente, ríe, llora, experimenta mil emociones, nos hace vivir y amar.

Por ello, en cada momento de tu vida, así como piensas en ti y das cada paso buscando lo mejor; recuerda que hay que amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como tú mismo te has de querer; lucha por tu felicidad y en esa búsqueda, ponte también en el lugar de los demás. No somos los únicos en el mundo, compartimos este paraíso con muchos más. Recuerda algo muy importante... ¡somos los demás de los demás!

"Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo. -Si se enojan, no pequen-. No dejen que el sol se ponga estando aún enojados, ni den cabida al diablo. El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados. Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan. No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención. Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo" Efesios 4:25-32.